No darás falsos testimonios ni mentiras
La mentira o falsedad, significa cambiar la verdad. Todos los hombres estamos llamados a ser honestos y sinceros al hablar, al igual que cada uno de nosotros estamos en el deber de buscar la verdad, por esta razón, debemos protegerla y honrarla, y no dar falsos testimonios de la misma, pues esto es una ofensa a la confianza y amor de Dios.
¿Qué prohíbe el octavo mandamiento?
Para comprender un poco mejor lo que significa el octavo mandamiento que dice: “No darás falsos testimonios ni mentiras”, debemos entender que el mismo nos indica que como cristianos: no debemos realizar:
- Perjurio: Es decir, cuando afirmamos algo que sabemos que es mentira.
- Juicio temerario, calumnias y maledicencias: Difamaciones que perjudiquen a otra persona y su reputación.
- Vanagloria: Mentiras que decimos por orgullo para conseguir el buen trato del resto.
- Ironía: Ridiculizar malévolamente los defectos de otra persona.
- Traición: Defraudar la confianza de una persona.
- Adulación: Cuando apoyamos por medio de halagos la incorrecta actitud de otra persona.
- Chisme: Esparcir rumores malos de otra persona.
¿Cómo podemos sanar el pecado de dar falsos testimonios?
Debemos entender que todos tenemos derecho a ser respetados y que nuestro honor se mantenga intacto, y al perjudicar de esta forma otra persona, no sólo le estás humillando a esta, sino que cometes la misma falta en contra de Dios.
Respetando la integridad de otra persona, sus ideas y evitando hablar mal de esta, sea verdad o mentira, nos mantenemos libres y alejados de este pecado, Dios nos sonríe y tiende la mano para continuar con nuestro camino cristiano.
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